En muchos pueblos de la cordillera pirenaica todo es posible durante la noche en que celebran las Fiestas del Fuego. Su tradición de orígenes ancestrales reúne a todas las familias y vecindario alrededor de la verbena de San Juan junto a la luz mágica de las hogueras, las fallas, los haros y los brandons.
El fuego de las Fallas de los Pirineos arde coincidiendo con el solsticio de verano como símbolo de renovación y de vida. Los y las portadoras del fuego lo descienden desde las montañas mediante las Fallas que ellos mismos han preparado. Así, como una serpiente de luz que desciende por la montaña, el fuego de San Juan llega a la plaza de la villa y enciende la hoguera en torno a la cual el pueblo baila toda la noche. La celebración tiene sus particularidades según la localidad, y es que existen hasta sesenta y tres pueblos entre Cataluña, Aragón, Andorra y el Sur de Francia que comparten esta tradición milenaria. Todos ellos figuran en la Lista de Patrimonio Inmaterial de la UNESCO desde 2015.