Profesionales, comerciantes, artesanos y ciudadanos se reúnen en ferias y mercados de Cataluña cada semana. Son encuentros que facilitan el intercambio comercial, pero a lo largo de la historia también han servido para hacer nuevos contactos, cerrar pactos e incluso para celebraciones religiosas.
La mayoría de los mercados nacen en los cruces de antiguos caminos. Recibir la autorización real para organizar una feria es sinónimo del crecimiento económico de ciudades y villas.
En ferias como El Mercat del Ram de Vic o en la feria de la Candelera de Molins de Rei se venden todo tipo de productos. En cambio, ferias como la de Santa Llúcia (Navidad) o la de Sant Ponç (hierbas medicinales) son temáticas.
De hecho, la especialización en productos concretos se convierte en una eficaz herramienta de promoción económica, turística y cultural. Son ejemplos la feria del abeto de Espinelves o la Fira del Càntir de Argentona.
Las ferias modernas, así como las ferias culturales y artísticas (como El Mercat de Música Viva de Vic, La Mostra de Teatre Infantil i Juvenil d'Igualada o la Fira de la Mediterrània de Manresa), adoptan una nueva imagen, pero la función se mantiene: la relación comercial, humana y cultural.