En la Plaça Gran de Granollers, sobre una plataforma de piedras, se levantan quince columnas cubiertas por un tejado de cuatro vertientes con las aristas cubiertas de tejas esmaltadas verdes. El que es el monumento más emblemático de Granollers fue construido entre 1586 y 1587 como una lonja de grano. Hoy se ha convertido en el centro neurálgico de la ciudad.
El proyecto inicial se atribuye al maestro de obras Bartomeu Bruflat y costó 520 libras barcelonesas, según el contracto con la universidad granollerense. Al inicio se utilizó durante el mercado agrícola para cubrir el trigo que se vendía. En 1872 se rodeó con unas rejas y se construyeron paradas en el interior. Hizo su función de mercado general hasta que en 1938 un bombardeo de la aviación franquista dejó la Porxada muy deteriorada. Cuando terminó la guerra en 1939 se reconstruyó sin las rejas ni las paradas, dejando las columnas a la vista como cuando se concibió.
En la esquina sur-occidental de la Porxada, justo delante del ayuntamiento de Granollers, encontramos la Pedra de l’Encant, un bloque de gres rojo que seguramente servía para hacer los encantes públicos (subastas) de productos agrícolas y ganaderos. La leyenda dice que esta piedra la arrastró una riada hasta la Porxada y que estará allí hasta que otra riada se la vuelva a llevar.
Uno de los momentos en los que la Porxada está llena hasta la bandera es durante la Fiesta Mayor de Blancs i Blaus, la última semana de agosto. Se rememora una apuesta que se hizo en 1897 entre dos ladrilleros para ver quien hacía más ladrillos. Actualmente compiten dos equipos para ver quien anima más la Fiesta Mayor.